HACEMOS UN EJERCICIO DE MEMORIA PARA REPENSAR LA VIDA Y OBRA DE HEROÍNAS COLOMBIANAS, QUIENES CON SU LIDERAZGO, VALENTÍA, EMPODERAMIENTO, NOS HACEN RECORDAR LA IMPORTANCIA DE DEFENDER Y PROTEGER NUESTROS DERECHOS

Precursora de los derechos civiles de las mujeres. Profesora, aprendiz de derecho penal. Sus apuestas feministas en la lucha por la igualdad, fueron por: la independencia económica, el ejercicio de altos cargos y el voto femenino. En 1930, en el IV Congreso Internacional Femenino: Presento proyecto de reforma a las capitulaciones matrimoniales. Reforma CPN en 1936, se “dictaminó que la mujer colombiana, podía desempeñar empleos que llevaran anexa autoridad o jurisdicción, siempre y cuando llenara las condiciones”. Con esta nueva reforma, se empezó a abrir el espectro de las posibilidades de vida para las mujeres. Las primeras abogadas tituladas ocuparon cargos como funcionarias de la rama jurisdiccional. SOLEDAD ACOSTA SAMPER (Bogotá, 1833-1913)
La historia del voto femenino
El primero de diciembre de 1957 fue una fecha histórica para Colombia. Ese día no solo se aprobaron los acuerdos para crear el Frente Nacional, sino que por primera vez en la historia del país las mujeres acudieron a las urnas a ejercer su derecho al voto. Culminaba así un largo proceso de lucha por el reconocimiento de sus derechos civiles y políticos, y se abría una nueva oportunidad de participación y reivindicación de su papel en la sociedad. Sin embargo, para llegar a este día fue necesario un largo proceso.
La moral cristiana y la estricta educación que recibieron las mujeres del siglo XIX las sujetó a la devoción de su esposo y de sus hijos, a la cocina y a las labores hogareñas. Esa era la norma, aunque muchas otras vivían al margen de las reglas de la sociedad, como madres solteras o en relaciones poco aceptadas para el momento.
PARTICIPACIÓN SIN REPRESENTACIÓN
Aunque desde 1957 las mujeres pudieron votar, sus posibilidades de representación eran escasas, ya que muy pocas eran incluidas en las listas para las corporaciones públicas o nombradas por el gobierno para instituciones del Estado.
En la educación, las reformas de 1903 favorecieron la libre enseñanza en todos los niveles escolares, aunque por razones económicas las mujeres siguieron excluidas del ambiente escolar. Esta libertad educativa se limitó en 1928, cuando se crearon escuelas domésticas en todo el territorio nacional para enseñar a las mujeres oficios considerados ‘propios de su sexo’, tales como la cocina, los tejidos y algunas labores caseras.Por otra parte, las mujeres participaron activamente en las protestas y huelgas que exigían mejores condiciones laborales y jornadas de ocho horas. Gracias a estas experiencias, ellas conformaron organizaciones exclusivamente femeninas, como el Sindicato Nacional de Obreras de la Aguja, en 1917, la Sociedad de Obreros y Artesanos de Montería y la Sociedad de Obreras Rendición de la Mujer. Todas estas instituciones fueron creadas para concientizar a otras agrupaciones gremiales de la condición social y política de la mujer.
En este contexto, los cambios sociales y políticos impulsados por las asociaciones y organizaciones sindicales femeninas fueron también promovidos mediante conferencias, artículos de prensa y revistas, manifiestos, discursos y programas radiales que un grupo de mujeres usaron para difundir sus puntos de vista y lograr la aceptación popular. Revistas en todo el país como Mujer, dirigida por Soledad Acosta de Samper; Cyrano, cofundada por María Cano; Hogar, dirigida por Ilba Camacho, y el periódico Heraldo Femenino, dirigido por Marzia Lusignan, presentaban artículos que reivindicaban la igualdad de derechos y de oportunidades políticas sin distingo de clase o sexo.
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